I
Recuerdo cuando íbamos al muelle,
como barcos viejos en la mar de su nada.
Venías como ruido de espuma en las rocas,
a golpe de luz,
tu desierta ola me mojaba desprevenido.
Decías no sé que de amor
que desplegaba antiguas velas aquí, trás la bocana,
había esperanzas en buen viento
brindamos por la muerte antes del viaje,
como surcando páginas de Stevenson.
Sentíamos que era difícil sacarnos lo que importa.
Nuestros ojos agua adentro
buscando donde naufragó la inocencia,
aquella transparencia que temimos perder
en la sangre de los brazos entrelazados,
nudos en un noray.
Aprendímos la amplitud de perdonarnos
y dejamos en silencio palabras,
en el fondo, sin rebeldía...
nubes a ras de agua un lenguaje de sal,
un grito sin humanos,
lo perdimos todo.
II
Hay huellas en nuestros rostros de hoy
que quedaron marcadas de marea alta
en los muros del muelle...
hasta donde hemos llegado sin faro,
cruzando la quieta destrucción
en la vida y la muerte que irradia el azar
y calcina nuestro viaje inacabado.
Humo espeso de un barco que zarpó
dejando atrás la mar rota de nuestra juventud.
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