domingo

Polizón ©

Este hombre

no es una sombra donde se esconde,

ni la sílaba negra que da significado a una palabra atada.

No tiene un giro de cuerda en su espalda

que le quite sentir el mismo miedo de pararse,

no es un silencio hondo como el olvido,

ni un número sólo para trabajos forzados,

ni un sorbo invisible de luz que se refugiase

en los ojos miopes de la sociedad

que nos educó como un rebaño de lobos.

No es el frío de las manos

es un oleaje de deseos mojándolas...

es cualquiera que al tiempo se arrojó desnudo

dejando atrás la tierra propia

y la ropa vieja de los recuerdos que

como minúsculos soldados grises

ninguna mano hábil pintó su uniforme.

En esta bodega hay grandes cadenas

y la poca luz parece no respirar,

hay anclas ansiosas por desaparecer

a lo profundo y estático del océano...

hay un cuerpo desnutrido

en la fábula de la injusticia,

hay un hombre mirando absorto

la claridad de su sentido y

bebiendo la poca alegría que le queda

a sorbos cortos de superviviente.

Calada hasta el hueso su esperanza...

allí acurrucado a la costura del hierro

engendrado para sumergirse,

mira sus manos amantes hasta la tierra

en el acimut del tránsito...horizonte y orilla,

ramas de la piedad bajo el sol astillado

que escaso entra por un tambucho corroído,

mira los nudos negros que se ataron a querer aquí

con todo su sentido,

manos nacientes que han leído

lo que el cuerpo escribe a nuestro centro desnudo;

< Aún sea tu lucha palpar

a tientas la oscuridad con manos pobres,

no olvides agradecer cada día

que levantes tu signo de vida,...

siempre habrá un niño

que acune un pájaro

y le cure la pata rota,

...mantente vivo>

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